El pasado 4 de Octubre se celebró, como pare de las actividades del CLAIB, un panel de expertos con el tema Ingeniería Clínica y Gestión de Tecnología Hospitalaria. Debido a la importancia del tema, a continuación expongo las ideas que compartí en el evento.
¿Cuál es la situación del estado de salud en América Latina?
A fin de entender el estado que guardan las cosas en el campo de la salud, un buen inicio puede ser el verlo a través de las estadísticas que la describen. De acuerdo a los indicadores básicos publicados en 2018 por la OMS
- En América Latino somos más de mil millones de habitantes
- Cada año nacen 15 millones y mueren 7
- La esperanza de vida para las mujeres es de 80.2 años para las mujeres y 74.6 años para los hombres
- 6 mil mujeres mueren al año por causas debidas al embarazo
- La tasa de mortalidad por enfermedades no transmisibles es de 427.6 por cada 100 mil habitantes
- La tasa de mortalidad por enfermedades transmisibles es de 59.9 por cada 100 mil habitantes
- La prevalencia de lactancia exclusiva a los 6 meses va de 2.8% a 68%
- La cobertura de vacunación al 2017 de las enfermedades esenciales es mayor al 90%
- El gasto público en salud es del 5% del PIB, por debajo del 6% propuesto por la OPS
Estos datos representan un reto para los sistemas de salud con respecto a la capacidad de gestión y organización en la colocación y movilidad de los recursos. El acceso a los servicios de salud queda predeterminado por la condición del empleo, por lo que el gasto de bolsillo puede aumentar hasta en un 50%.
La transición epidemiológica por la que atraviesa la población demanda una serie de acciones que orienten a la atención a largo plazo y la corresponsabilidad del pacientes en la autogestión de la enfermedad. Esto, a su vez, implica que el problema del acceso a la salud es también de difusión, ya que el paciente no suele estar informado de los aspectos relacionados con su enfermedad, o por lo menos no lo está a un nivel que pueda comprender las causas y efectos a fin de tomar las acciones que requiera su estado de salud.
La calidad en la atención sanitaria debe observarse desde diversos flancos. Los recursos tecnológicos, en cuanto a cantidad, diversidad y estado de funcionamiento, deben estar en consonancia con las necesidades hospitalarias y demandas de la población. La capacitación en todos los niveles de los involucrados en la atención a los pacientes, de manera directa e indirecta, debe procurarse como un proceso a mejora continua, a fin ofrecer un alto grado de confiabilidad de los servicios proporcionados. La atención a problemas como el acceso a la tecnología por parte de todo individuo que lo requiera o la ciberseguridad y demás aspectos relacionados con la protección de la información del paciente ahora son materia de ingeniero biomédico.
En resumen, se trata de una situación de alta complejidad que representa una oportunidad para atenderla con emprendimientos haciendo uso de la tecnología como elemento estratégico.
¿Cuál es el papel del ingeniero clínico dentro de las estrategias para la atención a la salud de la población de América Latina del siglo XXI?
Uno de los retos en que mayor atención ha tomado en los últimos años del siglo pasado y en lo que va del presente es la “armonización” de las necesidades en salud con los recursos tecnológicos. La tecnología como medio más que como fin es el objeto de la atención del ingeniero clínico, el cual por su formación orientada a la interdisciplinariedad, es capaz de entender e interpretar la problemática clínica que da lugar a la demanda tecnológica, identificar los diferentes tipos de recursos y la manera de integrarlos para atender el problema, proponer soluciones que se orienten a la optimización de los recursos manteniendo un alto nivel de calidad y evaluar posibles mejoras futuras de la situación, principalmente con respecto al recurso tecnológico.
El papel que tradicionalmente el ingeniero clínico ha asumido dentro del ámbito hospitalario no ha cambiado al ritmo deseado con respecto a la evolución de las tecnologías médicas, es por eso que se requiere de un planteamiento donde se maximice lo que este profesional de la salud puede ofrecer, dada su preparación académica, sus competencias profesionales y su vocación de servicio. En este sentido, el ingeniero clínico se vuelve un estratega que aporta planes de acción para atender la problemática con una aproximación sistemática que le permite medir sus resultados dadas sus capacidades metodológicas aprendidas tanto en el aula como en su quehacer profesional.
Lo que hace falta es proponer, implementar y evaluar iniciativas y programas que se enfoquen en formar las habilidades y capacidades, latentes en el ingeniero clínico dada su formación profesional, en aspectos que lo complementen a fin de que pueda incrustarse de manera natural y al mismo tiempo demostrar el valor que su participación provee al equipo estratégico que afronta estas problemáticas. Y no se trata solo de cursos, como los que abundan, de temas aislados en administración, mantenimiento o una versión operativa básica de gestión de equipo médico. Estoy hablando de programas pensados en la preparación profesional en temas como el económico, organizacional, de gestión más estratégica, de calidad, etc., con una orientación hacia el ingeniero biomédico, lo cual implica una planeación igual de cuidadosa a la de los programas de estudio de las mejores universidades. La relación con la comunidad académica debe intensificarse así como la interacción de ésta con la profesional en el campo.
¿Qué retos enfrentan los países de América Latina con respecto al uso de las tecnologías en salud?
Los desafíos que implican aspectos como una distribución de recursos que cubran la demanda en servicios de salud, una cobertura total con acceso a los servicios, equidad en el acceso e inclusión de todos los segmentos de la población, un contexto que presenta como denominador común la diversidad de perfiles demográficos debido a los efectos de la migración tanto de los pobladores de cada país como entre los países y los esquemas de financiamiento público que coadyuven al acceso a los medicamentos y demás insumos en salud para toda la población, también pueden verse como oportunidades que podemos aprovechar para integrarnos con propuestas que apoyen a su abordaje.
Otro aspecto que no hay que dejar a un lado es el del financiamiento. Es necesario buscar mecanismos que permitan lograr estos objetivos a través de un financiamiento implementado bajo condiciones justas tanto para el mercado como para el hospital y el paciente.
Hablando del paciente, uno de los retos de mayor inmediatez consiste en encontrar maneras para su incorporación en el esquema de atención sanitaria, verlo como un punto de encuentro de los esfuerzos tecnológicos, y convertirlo en un eje receptor de las iniciativas que coloquen en su correcto lugar el papel de la tecnología en este sentido.
¿Cómo se visualiza al ingeniero clínico en el futuro a corto y mediano plazo?
Para visualizar el futuro del ingeniero biomédico, y en particular del ingeniero clínico, considero que se deben tomar en cuenta algunos puntos que considero relevantes:
- La ingeniería biomédica implica un aprendizaje continuo a lo largo de la vida profesional. La naturaleza multidisciplinaria que se refleja tanto en los conocimientos que se adquieren como en las habilidades que se desarrollan, aunado a que en este siglo el tema de la salud será uno de los más dominantes en cuanto a desarrollos tecnológicos, organizacionales, clínicos y sociales, implican un trabajo de desarrollo profesional a lo largo de todo el camino, el cual se intensifica después de graduarse.
- La realidad de la salud del siglo XXI nos presenta un panorama donde las premisas difieren de manera significativa. El perfil epidemiológico de las poblaciones ha dado cambios hacia las enfermedades no trasmisibles. Las demandas de servicios sanitarios han presionado para que se diseñen e implementen esquemas de financiamiento más efectivos. Se presenta un acelerado crecimiento de los recursos tecnológicos junto con la problemática que implica su incorporación a los servicios de salud con base en estudios serios y profundos de su impacto tanto en los sistemas como en la economía personal y de la institución.
- La misma preparación del ingeniero biomédico se ve evolucionando de manera vertiginosa a partir de descubrir nuevos campos de acción e identificar cómo los temas tradicionales de la ingeniería biomédica deben abordarse para cubrir las expectativas profesionales actuales y futuras.
Entonces, yo veo que tanto en el corto como en el mediano plazo el ingeniero clínico se convertirá en un profesional de la salud plenamente aceptado por su comunidad en el entorno hospitalario dado que el valor que aporta tanto su persona como sus conocimientos quedan reconocidos con base en los resultados que presenta y el impacto que tienen en el medio.
Veo que este profesional no se encuentra naufragando solo en el mar de tareas que implica un servicio de salud, no importa el tamaño, las actividades nunca paran. Hay una red de apoyo dada por sus colegas ingenieros clínicos con los que comparte sus dudas, sus experiencias y conocimientos a través de un sistema organizado a lo largo del continente, el cual también hace las funciones de tensor de los sistemas en positivo y de manera análoga a las comunidades clínicas de los médicos, sólo que con el plus del compañerismo que puedo apreciar al vernos juntos en este tipo de eventos.
Para que esto se pueda lograr en el corto y mediano plazos se requiere conjuntar esfuerzos de manera organizada, quizá a través de las instituciones que nos agrupan y dan identidad, para usar las herramientas tecnológicas que tenemos a nuestra disposición y desarrollar redes de conocimiento y habilidades que sean más útiles para todos los interesados: estudiantes, docentes, ingenieros clínicos en hospitales que desarrollan funciones operativas y de planeación, etc. Sé que existen foros y sitios tanto físicos como virtuales que proponen este tipo de esquemas. Estos deben reconocerse como los precursores de una cultura de “compartir conocimiento” e intentar incorporarlos en una plataforma aún más poderosa, organizada de manera democrática por las sociedades en el entendido que todos podemos aportar valor a la misma, sin importar dónde estemos y el tipo de actividades realicemos en los hospitales.